domingo, 10 de febrero de 2008

Pronóstico sobre el Premio Salambó

El día 26 de febrero, martes, un jurado compuesto por escritores (de muy distinta entidad, pues al lado de nombres indiscutibles, los más, por fortuna, aparecen otros de menor relevancia), falla el Premio Salambó de narrativa en castellano.

Sorprende que entre los finalistas no aparezcan ni Crematorio, de Rafael Chirbes, ni La gloria de los niños, de Luis Mateo Díez, dos de las mejores novelas del año. En fin. Acaso una razón posible de este silencio sea la afirmación de algunos de los que alguna vez formaron parte de ese jurado, según la cual los autores son mucho más feroces en sus juicios, con sus compañeros de oficio, que los críticos... Aunque, en honor a la verdad, habría que decir que, de momento, y desde el 2001, cuando se falla el galardón por primera vez, sólo lo han obtenido buenos libros, aun cuando no siempre sean desde luego los mejores, cosa que puede decirse de pocos premios. No hay más que pensar en el añejo Ciudad de Barcelona, al que tanto le cuesta acertar. .
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¿Quién lo va a obtener, en esta ocasión? Descartado Javier Marías, a quien ya se le concedió en el 2002, con la primera entrega de su trilogía Tu rostro mañana, esta vez apostaría por José María Merino y por Ricardo Menéndez Salmón. Primero, por la calidad de sus libros; a lo que habría que añadir, en el caso de Merino, la novedad que supondría galardonar un volumen de microrrelatos, un género nuevo que tantos textos de interés nos está dando; pero también por Menéndez Salmón, al significar una apuesta por el futuro, dado que es uno de los narradores jóvenes, nuevos, o como quieran denominarlo, más sensato, mejor dotado para la narración, y que apunta a metas más ambiciosas.

Enrique Baltanás, en la revista Clarín (66, noviembre y diciembre del 2006), dividía los premios literarios en tres grupos: los políticos, los sociales y los económicos; para concluir que literarios, literarios, en realidad, no había nunguno. En fin, yo no diría tanto. Es indudable que el Ciudad de Barcelona es tan político como el Cervantes o el Príncipe de Asturias. Pero reconocimientos como el Salambó o el Premio de la Crítica, bien podrían ser ejemplos de esos premios literarios que echamos de menos.

Pero volviendo al meollo de lo que nos trae aquí, les aconsejo que no me hagan mucho caso porque como pronosticador soy un desastre. Me hubiera jugado un brazo a que el reciente Premio Ciudad de Barcelona iba a ser para la citada novela de Chirbes, pero este año tocaba, según parece, poesía..., y en la filosofía del jurado -por lo visto- existe la idea de contentar a todos los escritores que residan en esa ciudad, no hay más que repasar la lista de ganadores. En fin, llamadme el manco de Berlín... Cuando uno decide ponerse a apostar, y a disertar, sobre los premios literarios, lo más probable es que acabe turuleta..., si no manco.

* Foto de Jeff Wall, Un repentino golpe de viento (después de Hokusai), 1993.

2 comentarios:

Emmaskarada dijo...

La foto me recordo a " El Grito". Sera por los tres personajes y la sensacion muy intensa de que algo ha sucedido, algo que ya no tiene remedio.

Anónimo dijo...

Lo de que Chirbes no esté entre los finalistas del Salambó realmente es una “gran injusticia sin importancia”. Y más aún sorprende que, en su lugar, tomen en consideración a otros autores. Pero a los premios literarios hace años que no se les puede pedir ni justicia ni serenidad. Al menos éste, el Salambó, mantiene con vida un poco más los libros publicados, buenos libros en su mayoría, para los lectores despistados.