jueves, 21 de febrero de 2008

La poesía catalana en el 2007, por Pere Ballart

.

.
Como quiera que la selección de lo más excelente de un período literario cualquiera, aun a pesar de no exceder un lapso tan corto como es sólo un año, tiene siempre mucho de arbitrario, he decidido imponer a mi repaso del año poético 2007 en catalán la mayor de esas posibles arbitrariedades: cerrar en una lista de sólo diez nombres —la sempiterna tentación del decálogo— la copiosa producción de todo ese ejercicio. Los tres primeros son de poetas perfectamente consagrados, que han dilatado su trayectoria con nuevos volúmenes de interés, los tres publicados por Proa: Joan Margarit con Casa de Misericòrdia, un jalón más de su poesía de emociones, que no vacila en salir al encuentro del lector; Bartomeu Fiol, que vuelve a sus orígenes con Continuació o represa dels poemets de Montsouris, y Álex Susanna, que con Angles morts afina todavía más su diálogo entre arte y realidad. Otros tres nombres se dejan inscribir en el ámbito de la poesía de mayor voluntad conceptual: el de Albert Roig, que se reescribe en el lujoso poemario A l’encesa (Edicions 62), y los de dos miembros del grupo de los llamados «imparables»: Maria Josep Escrivà, que con Flors a casa (también en Edicions 62) descuella en la poesía contenida, y Lluís Calvo, que firma en Al ras (Perifèric) un brillante ejercicio metaliterario. Mi tercer y último trío está compuesto por poetas que siguen apostando por los pretextos realistas: Valentí Puig, que ofrece en Passions i afectes (Edicions 62) unos poemas muy notables de narratividad cuasi novelesca; Jordi Llavina, que con su Diari d’un setembrista (Bromera) certifica su magisterio en la nitidez de las imágenes poéticas, y Jordi Julià, que en Principi de plaer (Tres i Quatre), su mejor libro hasta hoy, hermana lírica y sociología en una mirada a la sociedad hipermoderna. Y completo los diez con el más joven de los escogidos, el manacorí Sebastià Sansó, que en Cartografies devastades (Sa Nostra, El Turó), demuestra que el entusiasmo no tiene por qué ser siempre sinónimo de vaguedad o de impericia.

.
* Pere Ballart es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, además de crítico literario en el diario Avui.

* Manuel Cabestany, "Composición de casas y persianas", 1992.

No hay comentarios: