domingo, 7 de septiembre de 2008

PEDRO DE MIGUEL

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Hace unos días, Isabel Mallén nos recordaba un excelente microrrelato de Pedro de Miguel (Vitoria, 1956) quien falleció en Pamplona, víctima de un cáncer, el 12 de agosto del 2007. La verdad es que nunca lo traté personalmente, quizá porque no tuve la fortuna de coincidir con él, aunque teníamos unos cuantos amigos comunes, como Santos Sanz Villanueva o Joseluís González. Con este último compartió la dirección de la editorial Hierbaola, centrada en la narrativa, cuya actividad se desarrolló entre 1991 y 1994, publicando varias antologías de interés y libros de Faulkner, Jorge Campos, Medardo Fraile, Pedro Ugarte, Esteban Padrós de Palacios, Alberto Escudero o José Ferrer-Bermejo. Sí estaba, en cambio, familiarizado con su trabajo, sobre todo aquellos que escribió sobre el cuento español o el artículo literario. Su faceta de periodista, en cambio, la conozco peor.
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Pedro de Miguel, quien en 1971 se hizo miembro del Opus Dei, cultivó la crítica literaria, en El Mundo y en la revista Época, encargándose en estos últimos años de la sección de elmundolibro dedicada a los enlaces literarios (“Letras en la red”). Respecto a sus libros, los que mejor conozco y más he manejado son las antologías: 70 columnistas de la prensa española (Eunsa, Pamplona, 1995) y Articulismo español contemporáneo (Marenostrum, Madrid, 2005).
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Sus amigos lo llamaban Peter, era aficionado a las setas y a los palíndromos, pero le gustaba autodefinirse como "un veterano licenciado en Historia reconvertido al periodismo y afincado en Bilbao". Fue profesor de Géneros periodísticos y periodismo literario en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, y entre 1996 y 1999 dirigió la revista Nuestro tiempo. Como autor de ficción publicó una novela, Yo que tú ya no me moriría (1999). Mantuvo activo su blog Letras enredadas, hasta poco antes de su muerte. Sólo me queda decir que todos los que nos hemos dedicado al estudio de la narrativa breve española estamos en deuda con él.
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Vuelvo a reproducir aquí su afortunado microrrelato, que apareció publicado en la antología de Joseluís González, Dos veces cuento. Antología de microrrelatos (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 1998).
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"Soledad"


Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando. No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.
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* La foto es de Ander Izaguirre.

6 comentarios:

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Sí, señor: brevedad y fulgor. Gracias por difundirlo.

Raúl dijo...

Lo conocía. Desgarrador y emotivo.

Isabel dijo...

Gracias por el post y por mencionarme. Me ha sido muy útil tu información, no sabía nada de este autor, excepto la información que encontré en estas dos direcciones:
http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/miguel.htm
sobre la teoría del microrrelato y:
http://www.ciudadseva.com/bdcs/1contecu.htm
en la que está el micro "Soledad".

Anónimo dijo...

Me reincorporo, tras un breve viaje estival por la Costa Brava, y me encuentro con este microrrelato, redondo y minimalista, que a pesar de su título me confirma que vuelvo a estar en buena compañía.

Nocturna dijo...

Fernando:

Disfruto cada una de las selecciones literarias que editas en tu Blog.
Sólo puedo manifestar mi gratitud leyéndote frecuentemente.

El relato de PEDRO DE MIGUEL es otro hilo rojo que tú pones en tu Blog.

¡Felicitaciones a ambos!

Nodisparenalpianista dijo...

Tuve la fortuna de ser alumno de Peter y además contertulio, con otros buenos amigos incluído Joseluís González y demás admiradores de Lucanor. A lo que bien dices, me permito añadir que, además, era una buena persona. Y muy divertido.