martes, 11 de noviembre de 2008

GINÉS S. CUTILLAS

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"Las manos"

Mi mano se encontró con la de aquella desconocida entre las paradas de Entença y Hospital Clinic. Aquejado de una vergüenza infinita no me atreví a mirarla de reojo hasta cuatro paradas después, justo en el momento en que me di cuenta de que había pasado la mía.
Me levanté de improviso pensando que la inesperada unión se truncaría, pero ella me siguió sin soltarse. Como dos colegiales, llegamos hasta la puerta y evitando el reflejo en el cristal, esperamos a que el tren se detuviera.
Tomé la iniciativa. Con un ligero apretón le indiqué que me siguiera hasta la terraza de un bar. Nos sentamos en la misma mesa. Ella pidió café, yo cerveza.
Ninguno rompió el silencio y aunque nuestras palmas permanecían unidas, nuestras miradas seguían sin cruzarse.
A la hora de pagar, y ante la ausencia de presentaciones, pedimos cuentas por separado dirigiéndonos de la misma forma al desconcertado camarero.
Fue ella la que tomó entonces el control. Me arrastró de la mano hacia un paseo por la avenida de Gaudí donde una paloma suicida hizo que lanzara mis brazos al cielo y casi provoca que rompiera nuestro enlace y el mutismo que comenzaba a parecer pactado.
Durante horas anduvimos juntos. Elegimos los mismos caminos, las mismas tiendas, el mismo restaurante.
Fue una decisión unilateral la de vivir en mi casa. Recuerdo con cariño la primera noche en que el pudor hizo que nos ducháramos por turnos; mientras uno estaba debajo del agua, el otro esperaba paciente al otro lado de la cortina.
Tenemos dos hijos. A uno le puse yo el nombre, el del otro lo desconozco.
En cuanto reúna el valor suficiente, le pediré a Carlitos que pregunte a su madre por el suyo y el de su hermano.
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"Mecánica de las novelas"

Al abrirse la portada del libro sonó la alarma. Todos los personajes tomaron posiciones mientras el prologuista entretenía al lector, que no tardó en doblar la esquina del primer capítulo. Allí apareció el héroe de la historia recolocándose todavía la vestimenta ante lo imprevisto de la lectura.
Una vez más, recitó de memoria su papel sin dejar de mirar de reojo el borde de la página, desconfiado de que el siguiente figurante estuviera preparado para hacer su entrada.
No hubo ningún problema. Nada más adentrarse en la próxima hoja apareció el villano exponiendo sus intereses, siempre antagónicos a los del que acababa de abandonar el escenario que componían aquellas dos páginas abiertas del libro.
Ante lo extenso y elaborado del discurso el resto de los intérpretes respiraron aliviados, teniendo tiempo de vestirse como era debido, repasar sus papeles e incluso fumarse algún que otro pitillo para aplacar los nervios.
En el momento en que el bellaco estaba a punto de abandonar el marco de la lectura, el autor ya había ordenado correctamente a todos los actores lanzándolos a escena como el que empuja paracaidistas desde un avión.
Uno tras otro, fueron desarrollando la historia que acabó otra vez con la muerte del rufián a manos del héroe.
Apenas cerrado el libro, cuando el elenco todavía estaba felicitándose por la enésima representación de la novela, el prologuista dio la voz de alerta. Alguien había abierto de nuevo la portada del libro.
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* Ginés S. Cutillas (Valencia, 1973) es autor del libro de cuentos La biblioteca de la vida (Fundación Drac, 2007) y aparece en varías antologías de relatos y microrrelatos como Ficción Sur (Traspiés, 2008) o A contrarreloj II (Hipálage, 2008). Está a punto de publicar su primera novela La sociedad del duelo y su primer libro de microrrelatos en 2009 en la editorial Cuadernos del Vigía con el título Un koala en el armario. Entre sus galardones se encuentran el Premio Internacional de Minicuento El Dinosaurio 2007 (Feria del libro de La Habana), la V edición del concurso de microrrelatos de la feria del libro de Granada 2006, la VI edición del concurso de relatos de la Fundación Drac 2007 y la I edición del concurso internacional de microrrelatos Literatura Comprimida 2006. Es colaborador en revistas literarias como El oteador de los nuevos tiempos, Prometheus, Spejismos, En sentido figurado o Papeles de humo y crítico literario en La Opinión de Granada.
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* El cuadro es de Dino Valls.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

“Las manos” es un buen ejemplo del pacto que el lector hace con la historia que lee, y a la que otorga credibilidad desde el primer momento, sobre todo cuando el escenario es conocido y los actores se comportan de manera verosímil. Entonces viene el autor y amplía las condiciones iniciales, y atraviesa la frontera entre lo real y lo irreal. Pero el lector ya está atrapado y, en lugar de renunciar, considera más interesante dejarse llevar por la vorágine del argumento, bajo la promesa de que al final recibirá una buena sacudida que lo devuelva al punto de partida. Hay que ser muy hábil para ganarse al lector después de jugar con él. Lo poco que conozco de la obra de Ginés es una lección de esa difícil habilidad. Es un placer verlo por aquí.

Anónimo dijo...

Casi que se me hace raro ya leer cuentos "tan largos" escritos por Ginés...Ji,ji,ji!
Geniales, como siempre. Espero que pronto le publiquen su próximo libro.

Besos,

Cristina Monteoliva
www.labibliotecaimaginaria.es

Anónimo dijo...

Magníficos.

Ginés tiene un raro talento para el microrrelato. Les deseo toda la suerte del mundo a sus historias imposibles, a su ya cercano koala en el armario...

Anónimo dijo...

Felicidades, Ginés, hermano patafísico. ¡Que yo no supiera lo de Cuadernos del Vigía...! Te deseo lo mejor, eres un cuentista (¡que sí, que somos eso!) extraordinario. Enhorabuena.

Javier Puche dijo...

Una escritura magnética la de Ginés. No hace mucho, tuve la fortuna de descubrir su deleitoso blog(http://www.nakednoise.net/blog), que sigo con fidelidad. Como siempre, muy atinado en tus elecciones, Fernando. Un cordial saludo.

Cristian M. Piazza dijo...

Hola Fernando,

Tu nave llegó a mí gracias a Mónica Gutiérrez. Te invito a mi café:

http://cafeylecturas.blogspot.com

Saludos

Mery dijo...

Este hombre tiene un don para encontrar la magia en actos tan cotidianos como ir en autobús.
Unido a su buen hacer juntando letras con elegancia, el éxito está claro.
Gracias

La casa a oscuras dijo...

La desbordante imaginación que emana de los relatos de Ginés tiene la extraña virtud de hacer verosímil la más extraña situación, situando personajes inimaginables en la escena más cotidiana. Enhorabuena. ¿Para cuándo otro libro?

Carmen dijo...

Leer los cuentos de Ginés es mantener una lucha entre la mente y la emoción, un puro encuentro sexual, una espera de algo sorprendente desde lo más cotidiano posible, que sin embargo entra rápido y distraido, como si fuese lo más normal del mundo, como que al abrir un libro ya imaginas a sus protagonistas preparados...
Si a la construcción casi perfecta le añades palabras de glosa y desglosa irrumpes en la armonía... Me callo pues, me deleito con sus cuentos y con estos comentarios con los que estoy totalmente de acuerdo, y me siento a esperar el próximo libro.
Enhorabuena Ginés, y enhorabuena Fernando por la elección.
Un beso.

Juan Romagnoli dijo...

Hola Fernando:
Me ha gustado mucho tu blog, pienso seguirlo visitando. Y ambos textos de Ginés me han gustado mucho también. Lo bueno de esto (entre otras cosas) es la posibilidad de conocer escritores a los que no había leído, y es maravilloso cuando logra sorprendernos, como en éste caso. Espero poder conseguir algún libro suyo.

fuerte abrazo
desde Buenos Aires
Juan

albalpha dijo...

Me ha encantado "Las manos". Intuir al otro.

Besos

Alba

p.d. anduve fuera pero poco a poco me pongo al tanto.

Vladimir dijo...

"Las manos" es un buen ejemplo de la maestría de Cutillas para forzar una historia inverosímil, llevarla al límite para volverla más inverosímil todavía, y aún así dejar al lector fascinado. Recuerdo una pequeña obra maestra de Cutillas que leí hace unos años, "El equilibrio del mundo", que se cuenta entre mis microrrelatos favoritos. ¡Espero que aparezcan más Cutillas por aquí!