domingo, 15 de marzo de 2009

Roberto Bolaño, luces y sombras

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Después de tanta muerte nos llega una excelente noticia: la versión inglesa de la novela 2666 (Farrar, Strauss and Giroux, traducción de Natasha Wimmer), del chileno afincado en España Roberto Bolaño (1953-2003), publicada entre nosotros por Anagrama, en el 2004, acaba de obtener en Estados Unidos el National Book Award, premio de la crítica norteamericana al mejor libro publicado el año anterior. Para que os hagáis una idea de la importancia del premio, recuerdo que en años anteriores lo habían obtenido narradores tan importantes como E.L. Doctorow, Ian McEwan, W.G. Sebald, Cormac McCarthy, John Updike, Phillip Roth, Toni Morrison, John Cheever, Jonathan Lethem o Junot Díaz. Por lo que respecta a la cultura en castellano, hasta ahora sólo lo tenían en su haber dos escritores, Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa, aunque en el apartado de crítica.
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Quien primero llamó la atención sobre la obra de Bolaño en el difícil mundo norteamericano fue Susan Sontag, con los elogios que le dedicó a Nocturno de Chile (Anagrama, 2000), afirmando -con indudable exageración- que era una novela destinada a tener un lugar permanente en la literatura mundial. Pero si la norteamericana erró en el título, no lo hizo con el autor de Los detectives salvajes. Todo este reconocimiento ha venido precedido de una tonta polémica, al comentar Jonathan Lethem, en una reseña en The New York Times, la supuesta adicción a la heroína del autor, confundiendo ficción y realidad, y estableciendo la identificación entre los avatares de los personajes y los del autor. Ahora los críticos norteamericanos, tan dados a las etiquetas, han alabado el "modernismo visceral" de su obra, marbete que no tardarán en empezar a repetir los críticos españoles e hispanoamericanos, tan dados a copiar sin criterio. En fin.
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Éxito póstumo, en efecto. Y la palabra póstumo le sonaba a Bolaño, lo apunta en una de sus últimas entrevistas, "a nombre de gladiador romano. Un gladiador invicto". Su grave enfermedad hepática, descubierta en 1992, lo hacía vivir con la conciencia de que podía morir en cualquier momento, por lo que en sus últimos años de vida aceleró su producción literaria, aunque no tanto como lo han hecho posteriormente sus albaceas y herederos, quienes -por lo visto- no piensan dejar inéditos ni los papeles en los que tomaba notas. Me temo que, con miras a largo plazo, le están haciendo un flaco favor al prestigio del autor, quien con Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes y 2666 me parece que tiene asugurada su perduración como escritor durante, al menos, unas cuantas décadas.
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6 comentarios:

María Jesús Siva dijo...

Bolaño es un laberinto escribiendo y cuando caemos entre sus renglones el recorrido va tomando forma y en cada página nos sorprende, casi nos da miedo, y ya estamos atrapados.

"Los detectives salvajes" es uno de mis libros preferidos, hay cierto dolor en ese libro, yo al menos lo sentí, quizá sea la forma de narrarlo, quizá las decenas de personajes que cuentan su historia o en la búsqueda de una poetisa desaparecida años atrás. Un dolor que une.
Saludos.

Susy dijo...

Llego hasta aquí, de rebote. Y me alegro.
A Bolaños le leí con desgana, hasta que 2666 me atrapó de tal manera que no ceso de recomendarlo.

Un saludo.

María dijo...

Me alegro de este merecido reconocimiento póstumo. Bolaño es uno de esos escritores capaces de hablar de lo más duro sin que, no sólo no resulte "obsceno" ( como decía E.Costello), sino que nos parezca una forma de justicia poética.

Creo que era A.S.Byatt la que hacía burla en "Posesión" de esa irrespetuosa moda de hurgar sin límite en los papeles no publicados en vida. Es uno de esos aspectos más lamentables del "negocio" editorial.

carmen jiménez dijo...

Llego hasta aquí en busca de Blanca Varela. Bel anunció su muerte y yo traté de conocerla.
En mi búsqueda me encontré también con Bolaño y no pude por menos que leer este artículo dedicado al gran maestro. Yo no puedo dar fe de ello, pero mis maestros me lo han recomendado incansablemente. Lo tengo entre "mis pendientes". Imperdonable, sí.
Me ha entristecido saber que una vez más los sin escrúpulos airearán su intimidad más íntima.
Alguien dijo una vez que cuando se intuya la muerte, debe uno deshacerse de sus papeles. Al menos de aquellos que sólo pertenecen a uno mismo.
Ha sido un placer poder hacer escala en esta nave de locos.
Además encontrarme con Ada por aquí ha hecho aún más gratificante el descanso.
Un saludo.

Hiperbreves S.A. dijo...

Qué injusta es la vida con el arte. ¿Por qué nos robaría a Bolaño tan pronto?

Elena dijo...

Yo también pienso que el seguir editando los restos de la merienda en el cajón de Bolaño no beneficiará precisamente a la memoria del autor. Autor, en mi opinión, que merece dejar en los lectores el poso de los detectives, de 2666, y no de esas piezas inacabadas que aparecen en "El secreto del mal".

Adoro a este hombre, creo haber leído todo lo que se ha publicado con su firma (excepto su poesía),y para mí fue una satisfacción asistir el año pasado a un seminario dedicado en exclusiva a él, que se dictó en la FU, en el marco de los estudios latinoamericanos. Me complació (y me sorprendió) comprobar que se le dedique ya tanta atención en las universidades alemanas.