martes, 1 de septiembre de 2009

Mario Merlino, fin de partida

...
No conocí a Mario Merlino (1948-2009), el traductor argentino, afincado en España, fallecido hace unos pocos días, a los 61 años de edad. Había abandonado su país, qué remedio, durante la dictadura militar. Merlino fue premio Nacional de Traducción en el 2004 por su versión de Auto de los condenados, de António Lobo Antunes. Tradujo, sobre todo, a autores de lengua portuguesa como Eça de Queirós, Jorge Amado, Clarice Lispector, Nélida Piñón y Mia Couto; pero también de lengua italiana, como Natalia Ginzburg, Dacia Maraini y Gianni Rodari; e inglesa, como el poeta Allen Ginsberg. Y en ese sentido, sí que lo frecuenté y mucho, pues a varios de esos autores los leí en las versiones que él hizo....

....
Menos conocida quizá sea su labor como poeta y performer, coordinando talleres de escritura creativa. Era, además, el presidente de la ACETT, organización de defensa de los derechos de los traductores, así como defensor de los derechos de los homosexuales. El caso es que siempre oí hablar de él como de un luchador por la libertad, la tolerancia y los derechos individuales. Mueren los escritores y surgen otros igualmente interesantes, jóvenes o maduros. Pero un buen traductor, veterano, curtido en el oficio, no se improvisa, no surge de la noche a la mañana alguien que domine su propia lengua y la ajena. La muerte de un buen traductor, como era Mario Merlino, una garantía de calidad, siempre es una grave pérdida para la transmisión de la literatura.
...

7 comentarios:

Pedro Herrero dijo...

Me honra decir que estuve en su casa de Madrid, una veraniega tarde de sábado del año 95 en que se peleaba con su ordenador propenso a los bucles, que cené con él y con unos amigos (un suculento buey a la Stroganoff, para más detalles), que compartimos todos una lectura de poemas en el bar Manuela, y que ya de madrugada nos dejó para intentar reconciliarse con la informática, por ver si aquella misma noche lograba escribir unos boleros que se le acababan de ocurrir. En casa guardo celosamente un libro de autoedición en el que, por riguroso azar, aparecemos juntos. Él, con una maestría desbordante y yo, que sólo estaba de paso.

Lamento mucho su desaparición, aunque su legado como traductor, como poeta y como persona será de los que perduran.

Emilia Oliva dijo...

De Mario, de su visión del mundo y su escritura, dan buena imagen las últimas palabras de la solapa del libro de poemas Arte cisoria (Ed. Calima, 2006) y que copio.

(...) no el castigo, la letra con sangre entra, sino entrever cómo la sangre amorosa circula por las palabras, atisbar esa cadencia mesurada que se interrumpe y deja paso al fervor, borbotones en la página y de nuevo la pausa que asimila, como quien, godard "à bout de souffle", retoma el aliento y acelera atento (obsesivo) la marcha en pos del cuerpo que se deshace y se rehace, como quien escribe hablando en voz baja y de pronto carga las tintas aunque el grito sea contenido y anuncie apenas el derrame, cortando escenas, cortando frases, entre la prosa que anega y el cuchillo del verso que acabará diciendo cero, ese abismo, esa cifra que todo lo contiene.

gaia56 dijo...

No lo conocí pero siento la pérdida como lectora.
Un abrazo.

Marta Gómez dijo...

Era un traductor magnífico. Le conocí primero por los artículos semanales, en "Babelia", de Lobo Antunes, y luego leí a Lobo Antunes, y después tuve la fortuna de trabajar con él, como editora de traducciones del portugués. Me sorprendía su tremenda profesionalidad: idéntico amor para traducir lo mejor que para traducir lo más normal, idéntica buena disposición, idéntica simpatía... Tuve también la oportunidad de dos o tres comidas y de conocer a un tipo divertidísimo, elegantísimo, amenísimo. Me sentía muy honrada al validar sus facturas de traducción, y muy tranquila, porque sabía que los autores estaban siendo correctamente traducidos. Mario me enseñó que hay traducciones que no parecen traducciones, que no huelen a traducciones, que no chirrian como malas traducciones. Era un placer trabajar con él. Y se lo dije: eres un mago, y un poeta. Entonces me regaló "Arte cisoria". Voy a recuperarlo ahora mismo de una estantería...

Isabel González dijo...

Qué poco valorada la labor de los traductores y qué importante. Eternamente agradecida a Mario Merlino por sus traducciones, sobre todo de Clarice Linspector a quien adoro. Y hablando de traductores, el próximo 29 de octubre, en la Semana Gótica de Madrid, la Asociación Española de Escritores de Terror 'Nocte' homenajeará a Francisco Torres Oliver, traductor de Lovecraft que ha inspirado a tantos, especialmente en su juventud. Os mando el enlace: http://www.semanagoticademadrid.com/jueves29.htm
Gracias a todos estos magos de las palabras.

Unknown dijo...

yo conocí a Mario y a su amigo Oscar Manesi
era el año 1977
le daba clase de latín a mi hermana
era un ser confortable
inteligente y honesto

consigo mismo y con todos

lo curioso es que llevaba unos meses queriendo contactar con él
gracias a internet

pero no me dí prisa...

Anónimo dijo...

Mario fue mi amigo. Un amigo al que sigo echando en falta cada dia. Mas alla de sus virtudes como profesional de la traduccion y como poeta y performer, Mario era una persona amable, culta, educada pero sobre todo muy divertido. Le encantaba reirse de si mismo. Tenia un humor muy personal. Comparti muchas horas de mi vida entre el año 2007 y 2009 con él, aunque nos conociamos desde mucho antes. Me alegra saber que Sigue vivo en el recuerdo de tanta gente y en sus traducciones y obra. Siempre te echare de menos, Mario. Gustavo.