viernes, 20 de noviembre de 2009

Homenaje a Daniel Moyano, y 3

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"El incendio imposible"
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El incendio que por razón aún desconocidas se declaró en el Cuerpo de Bomberos no pudo ser sofocado debido a que al personal, sin experiencia de un hecho semejante, le pareció que, aunque tenían el fuego ante los ojos, éste era imposible en razón de la naturaleza del cuerpo y de su función.
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Entonces, mientras la alarma sonaba enloquecida, se quedaron de brazos cruzados hasta ser consumidos por llamas gigantescas.
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La no existencia, por definición, de bomberos para bomberos favoreció notablemente el desarrollo del evento.
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"Una vidalita para Daniel", por Ángeles Prieto
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Diecisiete años sin Daniel son muchos, demasiados. Y veintitrés tendría que retroceder ahora para llegar al momento justo en que vino a Cádiz y le conocí, pero como en la vida pesa más la intensidad del momento que el propio paso del tiempo, no me cuesta nada evocarlo ahora en el patio del Palacio de Diputación, bajo un cielo estrellado y al olor de los naranjos, donde yo escuchaba a sesudos ponentes, de grandes nombres propios campanudos, que analizaban con brillantez y rigor diversos aspectos de la literatura hispanoamericana. Cuando a mis diecinueve años atendía con interés a aquellos cuatro primeros intervinientes, sin saber, ignorante de mí, hasta qué punto se lo estaban poniendo fácil con este desfile de relumbrón al último, un humilde escritor llamado Daniel Moyano. Porque fue llegar él, ponernos esa cara suya de circunstancias y soltarnos sin más su cuento El halcón verde y la flauta maravillosa, mucho más eficaz que ninguno de los despliegues intelectuales anteriores para explicarnos las heridas aún abiertas de su Argentina natal, de donde vino tras quince días de cárcel, un amago de fusilamiento y todo el miedo metido en el cuerpo.

Pero no fue hasta el año siguiente cuando empezó a impartirnos aquí dos talleres: uno para darnos a conocer la literatura hispanoamericana, financiado por la Universidad, y otro de creación literaria, costeado por la Diputación. Yo me apunté a los dos como becaria, gracias al dinero público, y en ambos tuve la fortuna de recibir clases extras cuando finalizaban, sin que cobrara su autor nada, bien en alguna tasca o paseando por el cercano Parque Genovés a la sombra de un ombú, árbol argentino y familiar, tan querido por Daniel. Ese hombre capaz de embarcar al mismo Julio Cortázar en el estanque del Retiro, cuan largo era, y apto también para imitar, a escondidas, la firma de su amigo García Márquez en cuantos ejemplares se negara a dedicar éste. Gran autor alérgico a parabienes, honores y medallas, cuyos mejores cuentos se los comió un burro riojano al dejar un día de calor la ventana abierta. Ese hombre que empleaba idéntica galantería con la señora diputada que con la menos ilustre limpiadora que debía recoger nuestra clase. Ese hombre que me enseñó, sobre todo, ética.

En sus talleres me fueron presentadas las musas doña Elocuencia y doña Perfecta, y ésta última, gracias a Daniel, me pareció más afín, por lo que decidí entonces escribir cuentos. Esos relatos breves que Daniel nos presentaba como un mecanismo pequeño y delicado, una cajita de música maravillosa donde todo debe quedar armonizado ya desde los tres primeros párrafos. Me educó en el amor a las palabras, en sus sonidos y significados, huyendo con horror de lugares comunes en los hermosos relatos, habituándome a aprender cada día una definición nueva y a utilizarlas con propiedad, llamando maestro sólo a quien puede contagiarte las ganas y a reconocer lo que denominamos “talento”, únicamente en portadores de múltiples lecturas, trabajo duro y algunas insondables y tempranas heridas. Y sobre todo, asimilé su generosidad y calor comprendiendo por qué y para qué escribir, pues no es posible que nos quieran si nosotros no queremos antes, que no merece la pena empuñar la pluma o mover los dedos si no nos guía antes el corazón. Todo eso.

Mil veces me he preguntado por qué Daniel no alcanzó, como también le ocurrió a mi cálido paisano Fernando Quiñones, amigo suyo, todo el reconocimiento editorial y académico que merecía. Y la respuesta es que escritores como aquellos tienen difícil acomodo en este frívolo mundo farandulero de presentaciones, intrigas y saraos que constituye el día a día de la promoción editorial española, un escenario frío, previamente diseñado, donde hasta los chistes suenan gastados y donde se puede advertir, con sólo escucharla, esa humillante jerarquía constatable entre consagrados y aspirantes cuando intercambian palabras de displicencia, coba y medro. Daniel y Fernando se sentían –y los sentíamos- bien lejos de esto.

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Por otra parte, sus hermosas y arriesgadas obras literario-musicales no corrieron mejor suerte, pues es difícil, por no decir imposible, convertirlas en objetos de consumo, mucho menos venderlas a granel como enlatados sonidos como sí se hace ahora con impactantes historias sórdidas, autocompasivos lamentos sentimentales o esos impúdicos desahogos emocionales que tratan de conmover al lector sin contar para nada con éste, en estos momentos tan a la moda. Pues mil y una veces le propusieron escribir su biografía y otras tantas rechazó la oferta, juraría que para no apenar a sus lectores amigos debiéndoles relatar las terribles e incurables heridas que llevaba en el alma. Porque lo de Daniel, toda su magia, consistía en escuchar, querer y hacer sonreír a quien se le ponía por delante. Ya que no podía asimilar su vida, sólo calmar a otros le importaba.

Os debo contar también que de esas historias tremendas sólo me enteré quince años después, gracias a las atentas y hermosas cartas que recibí de Ricardo, su hijo, el hombre que más le quiso, a quien más quiso y quien mejor lo conoció, a quien aprovecho para saludar ahora dondequiera que esté. También de la entrañable Irma, su esposa, aquella que supo darle el cariño, la familia y el apoyo que necesitaba y sin la cual de ningún escritor podríamos estar hablando ahora. Veinte años después para enterarme de aquello que Daniel nunca quiso entonces que supiera, pese a que en nuestros paseos abordarámos todo lo literario y todo lo humano. De lo que verdaderamente nunca dejó de atormentarle, más allá incluso del sufrimiento que le produjo el exilio, vivir sin raíces en tierra de nadie.

Pues lo que a Daniel le dolía y nunca pudo entender ni superar fue su propia existencia en la que, salvo Irma y sus hijos, un cúmulo de dolorosas desgracias se fueron sucediendo con crueldad: el temprano asesinato de su madre a manos de su propio padre, su infancia dura y perdida alejado de Blanca, su única hermana a la que adoraba y también la temprana muerte de su hija Beatriz, quien debió tener ahora la misma edad que la mía. Sólo con amor, honestidad y valentía pudo afrontar Daniel todo esto, con ese profundo calor humano que volví a sentir al conocer su historia, después de esos veinte años, que no son nada, y que me hicieron volver a escribir cuentos, tras tanto tiempo de silencio, aunque no de olvido. Pues bien sé que me es imposible alcanzar su talla literaria y humana, pero guardo su calor, porto de alguna manera su testigo y siento el irremediable deber de continuar y transmitirlo. También de que entonemos, todos sus incontables lectores, discípulos y amigos, a uno y otro lado del Atlántico, una vidalita por él ahora: Norberto Luis Romero, Herbert Francis, Andrew Graham-Yooll, Marcelo Casarín, Virginia Gil Amate, Nelson Marra, Dolly Onetti, Carmela Greciet, María Neder, Gustavo Wagener, Eugenia Rico, Jesús Ortega, Juan José Hernández, Juan Gelman, Daniel Prieto, Félix Grande, Carlos Mamonde, Teuco Castillo, Mercedes y Reina Joffé, Andrés Sorel, Rodrigo Brunori y tantos, tantos otros que olvido pero que aún seguimos recordándolo. Porque en verdad creo que, con Daniel Moyano entre nosotros, encontramos raudo el camino de la honestidad y del cariño, la senda de la verdadera literatura y que transitándola con alegría, conseguimos salvarnos.
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* Angeles Prieto Barba (Cádiz, 1966) es licenciada en Historia, educadora vial de la DGT, donde ha publicado diversos libros, y escritora de cuentos, habiendo sido finalista en el II Premio Ciudad de Huesca (2008). Sus piezas han aparecido en la revista Clarín, en El Independiente de La Rioja (Argentina) y en diversos blogs españoles y extranjeros. En la actualidad, realiza crítica literaria y escribe artículos con una columna semanal propia en el periódico El Heraldo del Henares.

* En las fotos aparece con Juan Gelman, en 1992, y con José Bianco.

16 comentarios:

Pedro Herrero dijo...

Me encanta el Incendio imposible, pero entiendo que “El incendio… NO pudo ser sofocado…”. Decidme si lo veis igual o si estoy en un error.

Fernando Valls dijo...

Tienes razón, Pedro, hay una errata que arreglo inmediatamente. Gracias.

Unknown dijo...

Angeles, Tal y como defines a Daniel Moyano son una única cosa la autenticidad de su persona y su obra, parece obvio, pero raras veces ocurre,esa marginalidad triste que transmite su mirada se transforma en joya literaria cuando traduce el mundo desde su universo, que tan doloroso fue para él.

Ya ves Angeles, tus palabras multiplican nuevos lectores avidos de la obra de Daniel Moyano,¿que mejor acto de homenaje y amor hacia él?
Bendita marginalidad la del escritor que navega a contracorriente de las modas con la brújula de su escritura genial.


saludos
Julia Otxoa

Isabel González dijo...

Me ha encantado. Ya estoy buscando a Daniel por todas las librerías. Gracias Fernando por descubrirnos a estos seres que también pueblan el planeta aunque no hagan ruido.

Unknown dijo...

Precioso texto de Ángeles, lectora devotísima del buen cuento. Por ella descubrí a Olgoso y por ella me acerco más a Moyano. Un "bi-abrazo", para ella y para ti, capitán de la nave.

Unknown dijo...

Ángeles, he buscado en internet pero no encuentro ningún libro de cuentos de Moyano publicado en España ¿Sabes si publicó algo en España?

Genial el relato del incendio,cuanta pólvora tienen en estado puro sus cuentos!!!!
saludos
Julia Otxoa

Fernando Valls dijo...

Julia, Tropo publicó `El trino del diablo´. En la primera entrada que le dediqué aparece la cubierta. Saludos.

Unknown dijo...

Muchas gracias Fernando por esa información sobre el Trino del Diablo, lo conseguiré y echaré también un vistazo a la cubierta en la entrada que le dedicaste.
saludos
Este autor es diferente a lo que habitualmente se lee en materia de micro, me gusta mucho.
Julia Otxoa

Norberto dijo...

Hola Julia, Daniel publicó su novela "El vuelo del tigre" en 1981, en Editorial Legasa, en 1983, "El trino del diablo y otras modulaciones", con prólogo e Roa Bastos, en Ediciones B, narradores de Hoy, este libro es el que acaba de publicar Tropo; y en 1983 la novela "Libro de Navios y borrascas", también en Legasa. En Intenet puedes conseguirlos, algunos están en España, luego otros en Argentina, y allí también sus maravillosos libros de cuentos que asimismo pueden comprarse de lance por internet, hasta que alguien tome la feliz iniciativa de recpublicarlos aquí , en España, entonces todos tendremos muchos que ganar. Un saludo
Norberto

Anónimo dijo...

Y aquí, Julia, están todos sus libros (y perdón por tanta entreda):
Artistas de Variedades (cuentos), Editorial Assandri, Córdoba, 1960

El rescate (cuentos), Burnichón Editor, Buenos Aires, 1963
La Lombriz (Cuentos), Nueve 64 Editora, 1964
Una luz muy lejana (novela), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966
El fuego interrumpido (cuentos), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967
El monstruo y otros cuentos (cuentos) Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1967
El oscuro (novela), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968
Mi música es para esta gente, Monte Avila Editores, Caracas 1970
El estuche del cocodrilo ( cuentos), Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1974
El trino del diablo, (Novela), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974
El vuelo del Tigre (novela), Editorial Legasa, Madrid, 1981
La espera y otros cuentos (cuentos) Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982.
Libro de navíos y borrascas (novela) Editorial Legasa, Buenos Aires, 1983
Tres golpes de timbal (novela), Editorial Alfaguara, Madrid, 1989
Un silencio de corchea. Relatos. Daniel Moyano, Ediciones KRK, Madrid, 1999.
Dónde estás con tus ojos celestes. Novela. Daniel Moyano, editorial Gárgola, Buenos Aires, 2005
Un abrazo y gracias Fernando por permitirme comunicarme por este medio con Julia y cuantos estén interesados en la obra de Daniel.
Norberto

Unknown dijo...

Muchísimas gracias Ángeles, Norberto y a Anónimo, me habéis dejado impresionada, cuanta información y que minuciosa sobre la obra de Daniel Moyano, comenzaré buscando sus cuentos, y con vuestra información lo que no encuentre en España lo encontraré via internet.

Lo poco que he leído este autor en La Nave de los locos me ha encantado, me identifico profundamente con su forma de narrar con su qué narrar.

Sólo espero poder ayudaros en alguna otra ocasión que necesitéis información , como tan generosamente me habéis ayudado a mí.En esta nave viajan viajeros maravillosos que nos ayudan a conocer a excelentes escritores como Moyano.

Gracias de todo corazón para Ángeles,Norberto y Anónimo

un afectuoso saludo para todos
Julia Otxoa

Isabel González dijo...

Gracias a Ángeles por la emotividad de su escritura y a todos por los detalles de cómo adquirir sus libros. Estoy de acuerdo con Julia en la trascendencia incendiaria que contienen los pocos (de momento) cuentos suyos que he leído. Tan lejos del chiste.
Abrazo: Isa

Carmela Greciet dijo...

Querida Ángeles, un abrazo en Daniel, al que imagino sonriendo a tu texto desde el "estrellerío" (así nombraba él con asombro al cielo de la noche berciana, pocas semanas antes de irse de nuestro lado para nunca). Gracias.

Lisarda dijo...

Angeles, qué hermosa,justa,y cálida semblanza has hecho de este escritor!Tu gesto,además de generoso, es un ejemplo para tanto ninguneo y vaciedad académico-periodística.

En la Universidad de Buenos Aires, en 1975, Guillermo Ara incluía a Daniel Moyano en su programa de literatura argentina, pero el golpe militar cortó ese reconocimiento que se iba gestando en torno a él.De hecho, ya en plena democracia-hacia 1988, cuando comencé a leerlo- sus libros se conseguían en las mesas de saldo.

Este año, no sé por qué,me decidí a compartir El trino del diablo con mis estudiantes y si bien ha causado algunas resistencias en quienes esperaban un relato más realista y lineal, ha gustado mucho y les ha hecho pensar.Y ahora que leo tu semblanza, siento que los lectores de Daniel Moyano no estamos tan solos como creía.

(A propósito:si Norberto y el Anónimo son la misma persona,hay también que agradecerle la exhaustiva lista de obras)

Alex dijo...

Me ha encantado leer tantas palabras de cariño y afecto hacia Daniel, yo llegué a conocerlo muy poco en mis primeros años de vida, pero aún así le recuerdo como alguien muy cercano. Su familia es mi familia, su mujer, sus hijos, mis padres, fue la gente entre la que crecí...

Saludos de la niña de la foto de abajo.

ricardo dijo...

qué lindo todo esto ...
hay unas cuantas reediciones mas en camino ("el vuelo del tigre" y "el trino del diablo") y en estos años se han publicado tambien "en la atmósfera"(el mensu ediciones,2012) y "un sudaca en la corte"(caballo negro, 2012)
también está por aparecer la segunda traducción al italiano de "el trino" y hay algunos editores argentinos interesados en editar los cuentos completos. A ver.
Hay mucho material de mi padre en la bibliotca digital cervantes, escogido y compilado por virginia gil amate y en los archivos de la universidad de poitiers por marcelo casarin, ambos dos conocedores a fondo de la obra de mi padre.
saludos cordiales

ricardo