lunes, 20 de diciembre de 2010

Para un homenaje a Carlos Edmundo de Ory

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Querida Laura, estimados amigos:
Desde una nevada Berlín, donde ahora me encuentro, siento no poder estar con vosotros en el Homenaje a Carlos Edmundo, escritor extraordinario, en verso y en prosa, amigo entrañable y muy querido. A pesar de la lejanía, siempre tengo presente a Carlos, sus obras a mano (los poemas; sus cuentos, no sé por qué menos conocidos; los aerolitos; las páginas de su diario, que nos gustaría poder leer completo algún día no muy lejano), y los recuerdos de los encuentros en Calaceite y Barcelona. El último, si la memoria no me traiciona, fue demasiado fugaz por la impericia de la organizadora del acto, en Caixaforum, de Barcelona, encuentro compartido con Pepe Caballero Bonald, Ana y Jesús Fernández Palacios.
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Mi recuerdo personal más persistente de él, sin embargo, está vinculado para siempre a Calaceite, a la vieja casa de Pilar y Ángel Crespo, cómplice postista, donde pasamos tantas horas gratas, entre charlas, comidas y paseos, en aquellos desayunos en los que Carlos aparecía en pijama, con los pelos de punta, desordenados, hasta que Laura acababa persiguiéndolo, con un peine en la mano, tratando de poner un poco de orden en aquella cabeza rebelde. Pero también lo recuerdo escribiendo en la mesa del comedor, ensimismado, o encantándonos con sus trucos de magia en la sobremesa, cuando ya había anochecido, desplegando su grande magia, como hubiera dicho Eduardo De Filippo, ante unos niños que nos quedábamos embobados de admiración en medio de aquella atmósfera en la que siempre acababa imponiéndose el misterio del lenguaje.
Sí, amigos, Ory está ya para siempre en nuestra memoria amorosa.
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* Escribí este breve texto a petición de Jesús Fernández Palacios, organizador del Homenaje a Carlos Edmundo de Ory, celebrado hoy, lunes, en la Universidad de Cádiz, donde ha sido leído.
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1 comentario:

Isabel dijo...

Me ha hecho mucha gracia su Fonemoramas, ahora completado con la semblanza que haces de él y me parece que debió ser un niño grande maravilloso.

Saludos y felices días nevados.