sábado, 19 de marzo de 2011

RICARDO SUMALAVIA

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"Calendarios"
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Aprendimos esta lengua a costa de mucho sacrificio. Primero fue memorizar todas las frases hechas, aquellas construcciones que con sólo repetirlas obtenías resultados inmediatos. Luego fue matizar su uso dentro de otras nuevas –más personales, más creativas- con un léxico que se fue haciendo abundante y atractivo.
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Lo duro en este camino, sin embargo, es que mi hermano se estancó en la primera etapa. Y no hay marcha atrás. No podemos volver a nuestra lengua materna –la tenemos prohibida-. Pero, como digo, no hay avance con él. Al principio él enlazaba todas estas frases con maestría. Nos superaba notablemente y nadie notaba su carencia de vocabulario. Sobre todo era un maestro cuando reproducía los esloganes de los comerciales de televisión. No obstante, con el tiempo esas frases fueron cayendo en desuso. Quizá lo pudo disimular con el silencio, pero algo en él lo impulsó a repetirlas vanamente. Por supuesto, cada vez era menos lo que él obtenía a cambio. Y sí, él vive en casa, con nosotros, que vamos almacenando sus palabras, como también lo hacemos con los calendarios viejos.
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* Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) ofrece talleres de narrativa desde 1990. Vivió en Corea del Sur y actualmente reside en Burdeos donde hace cuatro años creó El Taller Virtual La Cueva. Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones (1993), Retratos familiares (2001) y Enciclopedia mínima (2004). Sus cuentos han sido recogidos en diversas antologías de España e Hispanoamérica. Su primera novela, Que la tierra te sea leve, apareció en Bruguera. El microrrelato es inédito.

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2 comentarios:

Beatriz AA dijo...

Palabras estancadas, una vida frenada.

Interesante relato.
Saludos
Beatriz

Miguel Ángel Gavilán dijo...

Buen relato sobre lo no dicho y lo demasiado dicho. me ha gustado