viernes, 4 de enero de 2013

PABLO BRESCIA

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Fidelidad
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Desde lo alto de la colina podía ver el cementerio. Los ataúdes resucitaban desde la entraña de la tierra, ascendían y luego comenzaban a moverse como un magma. Los primeros se atascaban en el cauce estrecho, pero la fuerza de los últimos se imponía y creaba un nuevo camino. Era cuestión de tiempo hasta que las aguas nos taparan.
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Bajaron con rapidez y quebraron las altas puertas de hierro oxidado. Y luego se transformaron en una ola enorme y lenta que avanzaba sin pausa. De pronto, me pareció ver algo que se movía junto a los ataúdes. Pensé que estaba alucinando. Pensé que asistía a una venganza apocalíptica. Pero no. Efectivamente, había algo. Eran perros. Nadaban con destreza, acompañando. ¿Acompañando qué? Y entonces comprendí: todas las cosas volvían a su origen; los perros a sus amos, los amos a sus perros.
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Sentí un ruido, como si tocaran a la puerta. Cuando me di vuelta y miré hacia las escaleras, hubiera jurado que mi perro me sonrió.........

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Pablo Brescia (Buenos Aires, 1968) ha publicado los libros de cuentos Fuera de Lugar (Borrador, Lima,  2012) y La apariencia de las cosas (Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1997) y el libro de textos híbridos No hay tiempo para la poesía (Tantalia, Buenos Aires, 2011). Es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad del Sur de la Florida. Su blog es: Preferiría (no) hacerlo (http://pablobrescia.blogspot.com). El microrrelato es inédito.
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3 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

No conocía a Pablo Brescia, Fernando. Te agradezco que nos lo hayas traído hasta aquí.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Un relato excelente ¡EXCELENMTE!

Harry Bimer/Pablo Brescia dijo...

Muchas gracias a Pedro y Alí por sus gratos comentarios! Pablo