miércoles, 1 de julio de 2015

Angélica Liddell en Berlín

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Poco teatro español suele verse en Berlín, ni siquiera programan los grandes clásicos, Lope de Vega, Calderón, Valle-Inclán o Lorca, con alguna excepción. Sí se han visto obras recientes de Rodrigo García, o en el extremo opuesto, de Jordi Galcerán, como mero teatro comercial en el último caso. Por eso nos sorprende gratamente que en la Berliner Festspiele se programen nada menos que tres piezas distintas de Angélica Liddell, junto a una lectura y varias películas: You Are My Destiny (lo estupro di Lucrezia), con texto en italiano y unas pocas frases iniciales en español;  Primera carta de San Pablo a los Corintios...; Lesiones incompatibles con la vida; la lectura Via Lucis y una selección de cinco películas bajo el título común de El Universo de Angélica: Quiero ser la locura de Dios.  
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Ayer vi la primera, que se representó en la sala grande de la Haus der Berliner Festspile. La sala estaba llena, aunque pronto el público empezó a abandonarla y el goteo no paró hasta el final. El problema no era la lengua, porque había subtítulos en alemán e inglés, y en la pieza aparecen más gritos y llantos que palabras. La obra pone en escena una libérrima versión del mito de Lucrecia, la mujer romana que se suicidió tras ser violada por Tarquinio, con el fin de no deshonrar a su marido. Aquí la autora le da la vuelta a la historia para, trar anunciar al comienzo que un día aciago el amor de su vida la abandonó en Venecia, el dolor y traición que supuso ese abandono fue mayor en comparación que la violación sufrida por Lucrecia, en quien la dramaturga se desdobla para representar a un tiempo el sufrimiento de ambas mujeres. Así pues, tras todo ello parece estar la venganza que se cobra la autora con un caballero -es un decir- que la humilló y abandonó en Venecia.
No faltan momentos espléndidos, como los cantos del coro ucraniano, o la escena final, con todos los actores en escena, cuando suena la vieja canción de Paul Anka que da título a la obra, pero a ratos se hace tediosa y sobran gritos..., y sin embargo lo más insólito es que la autora y protagonista se quite y ponga las bragas varias veces en escena, la última tras acabarse la representación para saludar al público. ¡Esta es mi Angélica!      
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